martes, octubre 17, 2006

De regreso en El Salvador


Este es un grupo de mis estudiantes del Módulo Comunicación para el Desarrollo y la Paz
Ellos hacen parte del Diplomado en Comunicación para el Desarrollo que la UCA, Universidad Centroamericana José Simenón Cañas de San Salvador se encuentra desarrollando. Durante dos sesiones, tuve el privilegio de trabajar con este grupo de salvadoreños, provenientes de una diversidad de experiencias de trabajo: medios masivos, medios ciudadanos, organizaciones sociales, agencias internacionales, docencia, grupos culturales. La apuesta era examinar las maneras como la comunicación, como campo y estrategia está involucrada profundamente en la construcción de procesos de paz, que en nuestras sociedades de America Latina, se están - o se desea - llevar a cabo.
Para mi no solamente fue la posibilidad de compartir e intercambiar con ellos experiencias en este campo, fue también rememorar y reconstruir un tiempo pasado, cerca de 1979, cuando pasé un tiempo en San Salvador, apoyando la capacitación de productores radiales para las entonces nacientes, escuelas radiofónicas.
En este sentido, estaba muy alerta para apreciar, muy subjetivamente, "que había pasado" en este cuarto de siglo en El Salvador. Muchas cosas sin duda, desde el surgimiento de Monseñor Romero (a quien tuve la inmensa oportunidad de escuchar en sus famosísimas homilías, cuando todavía no era el símbolo "fundacional" del Nuevo El Salvador), una guerra (fuí voluntaria en Vancouver, Canadá entre 1986 y 1988, en programas de refugiados centroamericanos, siendo los salvadoreños el mayor número) y un proceso de paz, que ya lleva 14 años de suscrito. Proceso que no deja de ser punto de referencia hoy para Colombia.
Evidentemente, ante una mirada rápida y amplia, San Salvador es otra ciudad. Comenzando porque el aeropuerto en el cual aterriza el avión, lo deja a uno a 46 km de distancia (y no en la mitad de la ciudad, como el antiguo), un aeropuerto que ya quisiera tener Bogotá, muy superior a nuestro Eldorado. Una autopista lo conecta con la ciudad, la cual a su vez, luce una completísima red vial entramada de puentes y avenidas amplias y rápidas, centros comerciales Florida style, trancones en las calles a horas pico y carros último modelo por todas partes. El otrora centro, se ha convertido en un mercado persa con commodities made in China que no tiene que envidiarle nada a las grandes ciudades del mundo. Solo en la plaza central luce por fin terminada la hermosa catedral, en cuyo frente ostenta esas bellas pinturas a colores que tanto caracterizan la plástica salvadoreña. Bajo la catedral está la tumba de Monseñor Romero y una pequeña capilla donde se llevan a cabo misas de manera independiente a la catedral. Las montañas que rodean a San Salvador, fueron otros referentes en mi memoria, que ahí permanecen, aunque ahora mucho mas pobladas que antes.
El campus de la UCA es una belleza. Han construido nuevos edificios con diseño moderno, las aulas tienen todas las facilidades; y, a pesar de su tamaño, sus 10.000 estudiantes aunque felices, ya están estrechos. La universidad ha construido un museo con el nombre de Monseñor Romero, en homenaje a los 6 jesuitas asesinados cruelmente a finales de los ochenta. Es muy impresionante ver y sentir la reverencia que en los salvadoreños de todas las clases y niveles genera el aporte y la participaciòn de estos y otros sacerdotes y religiosas que antes y durante la guerra hicieron a la construcciòn del Nuevo El Salvador. No es de extrañarnos, si estos mismos hitos de su historia han afectado otros paises, por supuesto, no puede esperarse menos en su propio territorio.
Mi estadía solo duró tres dias, de los cuales dos y medio estuve en la universidad, pero fueron suficientes para recuperar y reconstruir esa deliciosa sensación que intercambiar con salvadoreños, siempre me ha dejado. Ellos son inteligentes, vivos, tienen una inmensa capacidad para agarrar las ideas al vuelo, para expresarse con claridad, para decir las palabras oportunas. Rápidamente van al fondo y presentan una visión contextualizada. Son compañeros deseables de tener siempre y en este caso, unos maravillosos alumnos.
Solo me quedé con una sombra, previsible eso si, ante la pregunta de si "en El Salvador ya se había superado la idea de la guerra y el conflicto político, y el proceso de paz realizado garantizaba por mucho tiempo un futuro tranquilo y en convivencia". Todos estuvieron de acuerdo en decir que "no", y de todas las razones hubo dos que me dejaron eco: una, porque las causas sociales y políticas de fondo que causaron la guerra, no se han resuelto, por ejemplo, el problema de la tierra. Y dos, porque no hubo nunca restitución moral para las víctimas de la guerra, y esto, todavìa pesa en los salvadoreños, como sociedad.
Por estas dos razones, profundizar en la teoría y la práctica de la comunicación para la paz, segurirá siendo una prioridad. Tengo claro que mis estudiantes salvadoreños lo ven también muy, muy claro y que no solo tienen la conciencia y la capacidad para fortalecerse en este campo, sino que además, les sobra corazón y amor por su país.
Doble click sobre este link, permite ver algunas fotos de esta experiencia: http://amparitocadavid.spaces.live.com/photos/?_c02_owner=1

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